Rowan Coleman/ Editorial Umbriel/ 320 páginas/ Todos estamos hechos de estrellas/ Tapa blanda/ Comprar aquí
Una historia esperanzadora que nos hará creer en las segundas oportunidades. Tras la enfermedad o la pérdida siempre se puede volver a empezar. ¿Qué pasaría si tuvieras la oportunidad de escribirle una carta de despedida a la persona que amas? ¿Qué le dirías? Stella Carey tiene buenos motivos para aceptar el turno de noche en el hospital donde trabaja. Casada con un veterano de guerra que ha regresado de Afganistán brutalmente herido, Stella se refugia cada noche en su trabajo, mientras su esposo Vincent se encierra en casa, incapaz de dormir debido al estrés postraumático que padece. Stella Carey escribe las cartas que le dictan sus pacientes para sus seres queridos (algunas llenas de humor, de cariño y consejos prácticos; otras, impregnadas de arrepentimiento), con la promesa de echarlas al correo después de su muerte. Hasta que una noche escribe una carta que podría dar a su paciente una última oportunidad de redención, si la entrega a tiempo.
¡Buenas mis queridas estrellas! Esta historia si os soy sincera me ha llamado mucho la atención desde que la encontré de casualidad. El tema de las cartas me recordaba a un anime que me gustó mucho llamado "Violet Evergarden" y eso me animo a empezarlo por fin.
"Todos estamos hechos de estrellas" nos cuenta la historia de tres personas que deben afrontar sus propias circunstancias complicadas. Stella quiere recuperar a su marido, el cual ha dejado de ser él mismo luego de volver de la guerra. Hugh tiene una vida tranquila hasta que conoce a su vecina y el hijo de esta y lentamente los recuerdos de su pasado empezarán a volver a su vida. Hope es una chica que siempre ha sufrido fibrosis quística, lo que le ha impedido llevar una vida normal y lo único que la mantiene en pie es la existencia de su mejor amigo Ben. Entre cartas de despedida y una inmensa fortaleza, estos tres personajes irán avanzando, entrelazando sus vidas sin apenas darse cuenta y creando con ello sus propios destinos.
Este es un libro que me ha gustado mucho aunque me fallase en su recta final por la forma en que se apresura todo.
La trama me parece muy original y necesaria, el ver cómo las personas que están a punto de morir narran sus emociones a las personas de las que quieren despedirse y las cuales las enfermeras del hospital escriben para entregarlas cuando esa persona ya se ha ido me parece muy doloroso y a la vez emocional. Me gusta que haya captado esa tristeza en las cartas que marca una despedida definitiva, de esas que no permitirán a la otra persona volver a abrazarse una última vez con quien quiere.
Los personajes me han parecido muy realistas, aunque bien es cierto que quizá me esperaba un poco más de evolución final, sentía que la recta del desenlace se resolvía demasiado rápido y eso me impidió empatizar con ellos y el avance de su historia. Fuera de eso creo que todos ellos tienen un crecimiento lleno de reflexiones que me han tocado el corazón y que es de esas historias que hay que leer concienciados de que es muy emocional y lleno de mensajes profundos y tristes.
La pluma de la autora me ha gustado mucho, aunque a veces la sentía demasiado directa en algunas reflexiones y me costaba conectar del todo, pero en los diálogos me ha permitido ver a los personajes más realistas y con charlas más comunes y reales, algo que es más propio de ver en la vida real.
Ahora os hablaré un poco de los personajes principales.
Por un lado tenemos a Stella, una de nuestras protagonistas femeninas. Ella es una chica que trabaja como enfermera escribiendo las emociones en cartas de sus pacientes, sentimientos que quieren enviar una vez que ya no estén a sus remitarios. Y aunque no tiene dificultades para transmitir eso de sus propios pacientes, es incapaz de plasmar cómo se siente con respecto a su matrimonio. Luego de que Vincent volviera de la guerra sin una pierna y con la certeza de no volver, su relación se ha ido rompiendo a pedazos. Sabe que para volver a avanzar primero tiene que encontrar la forma de alcanzar a quien ama, pero ¿será capaz de conseguirlo o ya es demasiado tarde?
Stella es un personaje al que he tomado mucho cariño por la forma en que ha ido creciendo desde el primer capítulo. Mientras que al inicio la vemos como alguien muy rota y al que le cuesta enfrentar a su marido y sus sentimientos, poco a poco se va dando cuenta de que no puede seguir así y soportando tanto daño. Me ha gustado que por parte de ella veamos ese amor propio que era necesario para su crecimiento, aunque de cara al final me ha faltado un poco más de detalle y no que hicieran la escena casi de corrida como los demás.
Por otro lado tenemos a Hope, la otra protagonista femenina. Ella es una chica que ha vivido toda su vida con una fibrosis quística que le impide vivir de forma normal y libre, tiene ataduras por todas partes y lo único que la ayuda a seguir adelante es la presencia de su mejor amigo Ben, quien nunca la ha dejado sola. Pero, ¿qué ocurre cuando un beso entre ambos no solo la deja a riesgo de morir, sino que además cambia todo lo que han sido hasta ahora?
Hope ha sido de mis personajes favoritos de este libro. Me ha encantado la manera en que ha ido evolucionando con su enfermedad, como ha dejado de llevarla temiendo a la muerte y se ha permitido empezar a vivir de verdad aunque haya miedo e incertidumbre muchas veces. Su relación con Ben me ha parecido muy tierna y alocada, muy propia de dos personas con la edad que tienen. Sin embargo, también reconozco que quizá me faltó esa evolución en su relación un poco más, para poder quedarme con una sensación cálida encima debido a lo que sienten por el otro.
Y por último tenemos a Hugh, nuestro protagonista masculino. Él es un chico que lleva una vida muy tranquila y normal, trabaja en un museo y tiene un gato llamado Jake al que cuida desde que su dueña anterior se marchó de su vida. Sin embargo esa paz cambiará cuando conozca a su nueva vecina y al hijo de esta, con quienes se permite ir conectando muy lentamente, a pesar de que eso vaya abriendo recuerdos de su pasado que siempre ha querido tener bajo resguardo en su corazón.
Hugh es un personaje que me ha dejado un poco más indiferente salvo en el conflicto final. Creo que en lo personal a diferencia de las otras dos, los puntos de vista de este personaje se me han hecho más fríos e irreales, al punto que no podía congeniar con lo que estaba sintiendo y experimentando en cada capítulo. La recta final de su personaje me gustó más y me permitió entender algunas partes de su personalidad, aunque también me quedase con la incógnita de ver algo más de lo que iba a ser su futuro desde ahora. De los tres siento que ha sido al que menos importancia le ha dado y se ha notado bastante en el crecimiento de la historia.
En resumen, "Todos estamos hechos de estrellas" es un libro que es muy bonito y significativo aunque me haya terminado fallando en varias cosas de la recta final. La trama es muy bonita y el tema de las cartas es de lo que más me ha gustado del libro, creo que es un concepto muy bueno que pocas veces se ven en las historias y me ha permitido conectar mejor con ellos y lo que les estaba ocurriendo. Los personajes también me han llegado mucho, aunque su evolución final me dejase muy indiferente por lo apresurado que ocurría todo. Quizá si se lo hubiesen tomado con más calma me habría calado más el crecimiento de estos personajes y todos los conflictos que tiene de cara al final. La pluma de la autora me ha parecido bonita, concisa pero también muy directa y en algunos momentos de reflexión me costaba un poco conectar con lo que me estaban explicando. A pesar de eso, ha sido una lectura muy amena, con muchas reflexiones y un concepto precioso y muy significativo.
¡Y eso es todo mis pequeñas estrellas! Contadme, ¿habéis leído ya esta novela? Si es así, decidme qué os ha parecido a vosotros en los comentarios.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
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